ESTUDIOS CIENTIFICOS

Gripe estacional


La gripe estacional es una infección vírica aguda. Los virus de la gripe circulan por todo el mundo.


Patógeno


Hay cuatro tipos de virus de la gripe estacional: A, B, C y D. Los causantes de las epidemias estacionales son los virus gripales de tipo A y B.


Síntomas y signos:


• Inicio súbito de fiebre
• Tos seca, puede ser intensa y durar 2 semanas o más.
• Dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta.
• Intenso malestar y abundante secreción nasal.
• La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en el plazo de una semana.


La enfermedad puede ser leve, grave o incluso mortal. La hospitalización y la muerte son más frecuentes en grupos de alto riesgo. Se calcula que las epidemias anuales causan 3 a 5 millones de casos graves y 290 000 a 650 000 muertes.


Epidemiologia:


Personas con mayor riesgo:


Embarazadas, menores de 59 meses, ancianos y pacientes con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, del desarrollo neurológico, hepáticas o hematológicas) o inmunodepresión (por VIH/sida, quimioterapia, corticoterapia o neoplasias malignas).

La gripe estacional tiene fácil propagación y se transmite rápidamente en entornos como las escuelas y las residencias de ancianos. Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta 1 metro, gotículas infecciosas (con virus), infectando así a las personas cercanas que inspiran esas gotículas. También puede transmitirse por las manos contaminadas. El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad) es de unos 2 días, pero oscila entre 1 y 4 días. En los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno, mientras que en las regiones tropicales pueden aparecer durante todo el año, produciendo brotes más irregulares.


Diagnostico:


Para establecer un diagnóstico definitivo es necesario obtener muestras respiratorias adecuadas y realizar pruebas de laboratorio. La confirmación se realiza mediante detección directa de antígenos, aislamiento del virus o detección del RNA específico del virus por PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa) en muestras de secreciones faríngeas, nasales o nasofaríngeas o de aspirados o lavados traqueales.


Tratamiento:


Pacientes con gripe estacional no complicada:


Los pacientes que no pertenezcan a grupos de riesgo deben recibir tratamiento sintomático (alivio de la fiebre) y quedarse en casa para reducir el riesgo de transmisión. Si su estado se deteriora, deben buscar atención médica.

Pacientes con enfermedad grave o progresiva asociada a la gripe (síndromes neumónicos, septicemia o exacerbación de enfermedades crónicas subyacentes) también deben recibir antivíricos lo antes posible.

• Los inhibidores de la neuraminidasa, como el oseltamivir, deben prescribirse (ideal en las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas) para maximizar los beneficios terapéuticos. Puede considerarse su administración en pacientes que se presenten más tardíamente.

• Se recomienda un tratamiento durante un mínimo de 5 días, ampliables hasta que haya una mejoría clínica satisfactoria.

• Todos los virus gripales circulantes en la actualidad son resistentes a los antivíricos adamantínicos, como la amantadina y la rimantadina, por lo que no se recomiendan como monoterapia.


Prevención:


La forma más eficaz de prevenir la enfermedad es la vacunación. La inmunidad de origen vacunal se atenúa con el tiempo, por lo que se recomienda la vacunación anual. Las más utilizadas en el mundo son las vacunas inyectables con virus inactivados.

La OMS recomienda la vacunación anual en:

• embarazadas en cualquier fase de la gestación;

• niños de 6 meses a 5 años;

• mayores de 65 años;

• pacientes con enfermedades médicas crónicas;

• profesionales sanitarios.

Además de la vacunación y el tratamiento antivírico, la gestión desde el punto de vista de la salud pública incluye medidas de protección personal, como:

• Lavarse las manos frecuentemente y secárselas bien;

• Mantener una buena higiene respiratoria, cubriéndose la boca y la nariz al toser o estornudar con pañuelos y desechándolos correctamente;

• Autoaislarse rápidamente en caso de malestar, fiebre u otros síntomas gripales;

• Evitar el contacto con personas enfermas;

• Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.

Información obtenida de la página de la OMS.